Reflexión sobre la PAO y los desafíos del sistema educativo actual
Vivimos tiempos de cambio en la educación, y con ellos llega la PAO (Prueba de Acceso y Orientación), un reflejo más de los giros que las leyes imponen. Cada nueva norma educativa nos invita —a veces nos obliga— a replantear cómo y para qué enseñamos. Ya no vale con que el alumnado “vomite” contenidos. Ahora se nos pide que razonen, que comparen, que contrasten información… pero, ¿realmente lo estamos haciendo? ¿O seguimos atrapados en prácticas que contradicen el propio espíritu de la ley?
En las aulas, muchas veces no se respira ese cambio. Nos quejamos de las pantallas, les tememos, culpamos a la tecnología de la falta de atención, y olvidamos que, si está bien integrada en una pedagogía con sentido, puede ser una aliada maravillosa. ¿Seguimos buscando información en enciclopedias físicas mientras nuestros alumnos viven en un mundo digital? ¿Tiene sentido seguir pidiendo trabajos “a mano” y “al peso”, como si el conocimiento fuese medible en páginas escritas, y no en ideas comprendidas y transformadas?
La inteligencia artificial, además, ha llegado como un vendaval. Algunos la reciben como si trajera consigo las siete plagas. Pero, ¿y si nos detuviéramos a entenderla y enseñar su uso? ¿Y si formáramos a nuestros alumnos para que sean usuarios críticos, creativos y responsables de esta tecnología? Porque el miedo, tal vez, no está en los alumnos. Está en nosotros, los docentes. Y el cambio más notable en algunos centros ha sido simplemente sustituir libros de texto por PDF. ¿De verdad eso es innovar?
Mientras tanto, seguimos perdiendo el foco. Nos desviamos en modas pedagógicas sin base o en eventos escolares que buscan agradar más a las familias que a los alumnos. Todo muy vistoso, sí, pero vacío de sentido si no hay un proyecto educativo detrás. Y entre tanto ruido, sometemos a nuestros chavales a pruebas para las que no están preparados: exámenes que premian la memoria, cuando justo eso —memorizar sin comprender— ya no les sirve en el nuevo paradigma.
¿Estamos evaluando lo que decimos que enseñamos? ¿O seguimos atrapados en una incoherencia que desgasta a alumnos y a docentes?
Y a vosotros, alumnos, que estáis en plena PAO, quiero deciros algo muy claro: estos tres días no definen vuestra vida. Lo que sois, lo que habéis aprendido, lo que habéis crecido, no cabe en un examen. Da pena veros con la sensación de que todo se juega en unas horas, cuando lleváis años trabajando, esforzándoos, superando dificultades. Lo que de verdad importa es invisible para esta prueba: vuestra capacidad para pensar, para aprender, para adaptaros y seguir adelante.
No dejéis que una nota os haga dudar de vuestro valor. La vida es mucho más grande que cualquier examen. Y lo que lleváis dentro —eso que no se evalúa con una rúbrica ni con una nota numérica— será lo que os abra caminos de verdad.
Mucho ánimo. No estáis solos. Y pase lo que pase, sois mucho más que una prueba.
Ah, y por cierto... esta reflexión me ha ayudado a redactarla la inteligencia artificial, sí. Pero no os preocupéis: las ideas son mías, lo que pienso también, y —por si alguien lo dudaba— ¡sigo viva y con criterio propio! Solo he usado la tecnología como lo que debería ser: una herramienta al servicio del pensamiento.
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