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domingo, 9 de diciembre de 2012

Me pregunto

Hace unos meses que soy mami, así que se puede decir que soy una madre novata y siempre tengo alguna pregunta que hacerme. Alguna es tan sencilla como el manejo de biberones o pañales, otras se complican un poco y me pregunto cómo calmarla en las noches largas o cómo hacer que no tenga pesadillas.
Pero hay una que realmente me preocupa y aquí está el por qué de este blog.
Hace algo más de un año nació María. Ni su existencia, ni siquiera su nombre ha sido fruto de la casualidad.
María en sus primeras noches se dormía con nanas, como muchos niños, pero también le tranquilizaba la H. Glenda y otros autores cristianos. En noches difíciles la poníamos y conseguíamos que poco a poco quedase dormida. Llegaban a mí, y estoy segura que yo le contagiaba mi tranquilidad.
De eso se trata, de contagiar, de transmitir la fe, de vivirla, de que María la pueda sentir tal y como yo y su papi la sentimos.
Pero nada de esto es fácil y ahora me hago muchas preguntas a las que antes les daba rápidas respuestas. ¿Por qué nuestra peque no va a las eucaristías? ¿Por qué la fe se convierte en actos puntuales?
Desde que nació María hemos ido a muchos sitios con ella y encontramos que la gente se preocupa por adaptar actos para que los peques los entiendan y los vivan. Con apenas 5 meses fuimos a un cuentacuentos para bebés y era asombroso ver cómo un pequeño grupo de niños con pocos meses no pestañeaban con unos cuentos y canciones. Fuimos a un circo e incluso a una presentación de un libro.
María disfruta estando con nosotros y nosotros disfrutamos con ella, pero ahora viene mi pregunta: ¿Qué pasa con nuestra posibilidad de vivir la fe en comunidad? ¿Por qué algo tan importante se resiste a adaptarse? ¿Por qué seguimos con un vocabulario tan difícil de entender?

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